LAS DECISIONES DE CADA DIA
Cada día que nos
despertamos y vemos asomar el sol, es
probable que nos digamos: Hoy Sí! ¡Hoy es el día! y ese asomo de decisión, pensada, al ver salir
el sol… se pierde entre muchas y muchas actividades preparadas para ese día que
nace
Cada decisión conlleva tanto la determinación de llevarla a cabo como la voluntad
de hacerlo y el compromiso adquirido
ante nosotros mismos. Pues, palabras que solo serían sólo palabras si no se
traducen en hechos.
¿Cómo te sientes cada vez que
te dices “Voy a hacer …” y al finalizar
el día, la semana, el mes, el año observas que una vez más has postergado la acción
¿Cuáles son las explicaciones
que te das? La de querer hacer las cosas
“bien”? La de “Necesito más tiempo”? “Tengo que pensarlo mejor”? “Necesito
capacitarme más”? “¿Necesito investigar más el tema”?
Cuando el postergar se instala en nuestras vidas, solemos actuar desde una zona
en la que nos manejamos con parámetros conocidos, temas que dominamos, dentro
de roles que ya realizamos y nos ofrecen la “seguridad” de lo conocido.
Conductas que logramos fácilmente, haciendo aquello que estas acostumbrado a
hacer.
En esos casos: ¿Cuál es la
emocionalidad que te acompaña cuando estas vivenciando este tipo de situación?
Una de las emociones básicas
con las que solemos encontrarnos es no
actuar por miedo. Miedos que cuando no tienen nombre, terminan siendo los
fantasmas que nos hablan al oído cuando soñamos con hacer cosas nuevas. Cuando queremos explorar territorios
desconocidos, y arriesgarnos a hacer algo hasta ahora deseado y no conseguido.
Los miedos
¿Cómo nombrarías tus miedos?
¿Que lugar les ofreces? Si tuvieras que darle un significado: ¿Cuál le darías?
Y si pensaras en un tamaño: ¿Cuál sería?
El miedo aparece cada vez que
percibimos a alguna persona, situación o pasaje que se nos presenta como una
amenaza para uno mismo, sea real o no. Miedo a fracasar; Miedo a triunfar;
Miedo a no ser tenido en cuenta; Miedo a Actuar; Miedo a mostrarse y tantos más
Cuando hablamos de miedo hablamos
de aquello que atañe a cada ser humano. Nuestras creencias respecto al mismo determinan
nuestra forma de actuar. Desde el “No lo hizo porque tenía miedo” al “Hazlo
aunque tengas miedo” observamos el abanico de emociones que pueden surgir entre
ambas frases, desde la desvalorización por no hacer a la motivación.
Cuando le damos un lugar y nos
permitimos dialogar con esta parte interna, observamos que existe una relación
entre el tamaño que le damos al mismo y
el tamaño de los recursos que disponemos para actuar en una situación
determinada. Dimensionar ambos aspectos internos nos puede dar ideas a llevar a
cabo cuando buscamos integrarlos
Limpiando
la cancha
En un campo de futbol, cuando existe
una sanción o penal (como penalidad) que interrumpe el juego y esto no es
aceptado por los jugadores, muchas veces la cancha se ve invadida por agentes
externos al mismo: el entrenador, los jugadores suplentes, algunos fans que se
acercan a alentar a su equipo, los agentes de seguridad que buscan encauzar el
orden natural del juego.
De la misma manera actúa el
miedo en nosotros: ocurre un hecho, surge la interpretación y distintas
emociones se disparan y nos invaden. Percibo el hecho, me siento mal, tengo más
miedo…
Cuando se produce un hecho
necesitamos estar atentos a la serie de pasos que sigue en nosotros y no
quedarnos solo en el titulo..
Es decir, si estuviéramos en la
cancha, se produce la penalidad (miedo) y podemos hacer un alto, y pensar lo más
conveniente a realizar para nosotros en ese momento (evaluando el miedo y los
recursos a implementar) seguramente, conseguiremos que así como el entrenador,
como los jugadores suplentes los fans y los agentes de seguridad esperen el resultado de la acción en sus
lugares, del mismo modo gestionaríamos nuestras emociones relacionándolas con
los recursos a implementar
El
día a día
Querer transitar caminos
desconocidos, nuevos roles, cumplir el sueño de tu vida y tantos mas, tal vez
requiera que te atrevas a pasar por momentos de incertidumbre, momentos de
correr los riesgos que abren posibilidades pensadas y no actuadas hasta el
momento.
Darnos el permiso para hacerlo es
comenzar a transitar un espacio de decisión buscado, donde el elegir es posible
en base a las conductas pensadas y mostradas, buscando generar la
fundamentación de los juicios que aparezcan en el proceso como también tener
claro el propósito o el “para que” de
nuestras acciones
Las decisiones que
concretizamos son una puerta abierta a nuestro futuro.
De acuerdo a como las implementemos,
el lugar que les demos en nuestra vida y la posibilidad de gestionar nuestras
emociones, incluyéndolas en un espacio de conciencia, será nuestro campo fértil
para jugar nuestro juego de vida
En la medida que conocemos y
nos conocemos, hacemos posible la Acción Eficaz, aquella que surge después de
la decisión tomada, como único camino
para la búsqueda de un logro determinado
Luisa Cordeiro